Y al salir lo vi. Recostado sobre aquel árbol con sus gafas de sol. Mi cuerpo reaccionó de tal manera al verlo que no pude evitar suspirar. Anduve lentamente hacia él, contemplando cómo su boca se transformaba en una gran sonrisa al verme. Una simple e inocente caricia suya bastaba para hacer que todos mis problemas desaparecieran y así fue, un leve roce de su mano por mis mejillas hicieron desvanecerse toda mi inquietud. Caminamos juntos por la avenida de la Universidad hasta llegar a su coche, un deportivo negro con lunas tintadas. Cuando entramos, se quitó las gafas para dar paso a sus grandes ojos verdes, más verdes que los míos y dijo “Aquí ya estamos seguros”. Nada más decir eso, se aproximó a mí y me besó dulce y apasionadamente. Yo quería más así que me acerqué desde el asiento de copiloto hacia él. Una mirada nuestra fue lo único necesario para que él me entendiera. Echó para atrás el asiento para que pudiera subirme encima de él y seguir nuestra silenciosa conversación cara a cara. Nuestros besos cada vez eran más apasionados y ardientes y el ambiente se ponía más caliente, tanto que tuve que desabrocharme la camisa que llevaba. Sus manos paseaban pasionalmente por toda mi espalda, mandándome descargas que hacían que me encendiera más y más. Sobrepasamos un momento en el que los dos éramos uno a través de nuestras bocas, un solo ser en dos entidades distintas. Al final, tuvimos que parar porque nuestros cuerpos jadeaban de tal manera que nos impedía respirar. En ese momento, él aprovechó para decir “Mamá se va a extrañar de por qué llegamos más tarde de lo habitual” mientras que yo miraba el reloj. “Tienes razón” dije resignada. Me arreglé la ropa sin ganas y antes de volver al asiento de copiloto, le di un desenfrenado beso en los labios a mi hermano. Si, él es mi hermano y estoy total y desesperadamente enamorada de él. Lo que siento es completamente recíproco. Llevamos un par de años juntos, a escondidas de nuestros padres y eso que él intentaba tapar las evidencias saliendo con chicas; chicas que, por supuesto, él no amaba. Él era enteramente mío y nada y nadie va a hacer que nos separen…
21 de enero de 2011
Los paraguas son como las personas.
Aunque os parezca raro, extraño o una tontería, los paraguas tienen mucho que ver con la personalidad de las personas. Los hay de tantos tipos como personas existen en el mundo.
Hay paraguas pequeños, frágiles, que con solo una pequeña ráfaga de aire se vuelcan y si no los agarras con fuerza pueden salir volando y, aunque eso le ocurriese a ese tipo de persona, volvería a comprase otro igual. Este es un ejemplo de persona insegura, tímida, que siempre se tiene que ir apoyando en alguien para que les guíe en su camino. Luego, por otro lado, están los paraguas grandes y resistentes con los que nunca te vas a mojar, ese es el tipo de persona fuerte, con las ideas claras, el que va a por todas.
También influyen los colores. Hay paraguas con colores llamativos, éstos los suelen llevar personas a las que les gusta llamar la atención o simplemente quieren transmitir su alegría. Luego están los paraguas con colores apagados cuyas personas que los llevan suelen ser serias o que quieren pasar desapercibidas. O incluso los paraguas con colores pasteles, personas dulces, colores de gama fría, personas serías, o de gama caliente, personas agradables.
¿Cuál es el vuestro? ~
Hay paraguas pequeños, frágiles, que con solo una pequeña ráfaga de aire se vuelcan y si no los agarras con fuerza pueden salir volando y, aunque eso le ocurriese a ese tipo de persona, volvería a comprase otro igual. Este es un ejemplo de persona insegura, tímida, que siempre se tiene que ir apoyando en alguien para que les guíe en su camino. Luego, por otro lado, están los paraguas grandes y resistentes con los que nunca te vas a mojar, ese es el tipo de persona fuerte, con las ideas claras, el que va a por todas.
También influyen los colores. Hay paraguas con colores llamativos, éstos los suelen llevar personas a las que les gusta llamar la atención o simplemente quieren transmitir su alegría. Luego están los paraguas con colores apagados cuyas personas que los llevan suelen ser serias o que quieren pasar desapercibidas. O incluso los paraguas con colores pasteles, personas dulces, colores de gama fría, personas serías, o de gama caliente, personas agradables.
¿Cuál es el vuestro? ~
18 de enero de 2011
Y me siento tan mal, en esta pequeña burbuja en la que vivo, ya no se oye nada...ni siquiera los latidos de mi corazón, que creo que se ha ido de vacaciones o eso es lo que me ha dicho en una nota que la he encontrado cuando estaba cambiando las mariposas de mi estómago por telarañas. Me he quedado paralizada, tengo bloqueada la mente, solo aparece tu rostro una y otra vez...una y otra vez. ¡Ya basta! ¡Deja de pensar! ¡Te estás haciendo daño! ¿Tú vas a venir a darme lecciones, razón? Tú no sabes nada, además, por tu culpa estoy así, sin parar de pensar, asique, no pienso hacerte caso nunca más. Prefiero ahogarme entre mis lágrimas.
Ida de pinza, un domingo cualquiera.
No podía seguir en esa habitación, llevaba horas intentando memorizar una frase y no era capaz. Cada vez que veía las letras de ese maldito libro de Historia se me revolvía el estómago. Era demasiado y el examen lo tenía dentro de dos días. Miré la hora, eran tan solo las ocho y media. De pronto, me llegó un mensaje al móvil, ese mensaje... que lo cambió todo, cada palabra que leía de él, me hacía sentirme aun peor y ahora si que no podía estudiar... Este día no había sido bueno para mi, les había arruinado el día a mis amigas y estaban enfadas conmigo, había tenido bronca con mi padre, como de costumbre, y ahora él... Cerré el libro de un golpe y me vestí con lo primero que vi en el armario. Salí de mi habitación y vi a mi padre mirando la pantalla del ordenador de la otra habitación, le dije que me iba a ir a dar una vuelta y ni siquiera obtuve una respuesta, ni una mirada, supongo que seguiría enfadado. Me quedé observándole unos segundos, porque tal vez, era la última vez que lo veía. Crucé el pasillo y cuando iba a llegar a la puerta de la entrada, pasó mi hermano con un par de galletas y el perro detrás de él, también me los quedé mirando por lo que mi hermano me soltó un "¿qué miras, imbécil?". Estaba perdiendo el tiempo, así que salí de allí. Para mi sorpresa, me encontré con mi madre en las escaleras del portal y me preguntó que a dónde iba, le dije que a dar una vuelta. También me la quedé mirando y cuando llegó a la puerta, se giró y me dedicó una sonrisa, seguro que se pensaría que iba a salir con él. Salí del portal y el frío que hacía hizo que me estremeciera, comencé a andar mientras que me ponía el Ipod, no tenía ganas de escuchar ninguna canción movidita, asique puse On my Own de The Used y que se repitiera todo el rato, no sabía porqué pero quería escuchar esa canción. Noté como el aire se entrelazaba por mi pelo y me entró un escalofrío por la nuca que llegó hasta el final de la espalda. No sabía exactamente lo que iba a hacer, solo quería llorar y llorar y estar sola. Caminé aún más deprisa, quería llegar ya a mi destino. Tras quince minutos eternos, escuchando la misma canción, llegué a donde quería, el puente. Me asomé y vi lo tanto que había crecido por las lluvias de estos días atrás. Cogí mi móvil y comencé a escribir un mensaje para él: Quizás cometa la locura más grande que he hecho en mi vida, pero ya lo he elegido. No habrá más problemas, de eso puedes estar seguro. No me olvides, te quiero y siempre te querré. En cuanto se envió comencé a llorar de nuevo. Ya no había vuelta atrás, tenía que hacerlo sí o sí. Me agarré al muro que separaba la acera de lo que es la nada, caerte. Por un momento, pensé que alguien me iría a salvar, pero no fue así... me quedé un rato pensando en lo que iba a hacer, pero quería que fuera rápido porque sonaría mi móvil y no quería ver su respuesta. Asique, me solté... entonces vi como mi vida pasaba por mis ojos en un simple segundo y me di cuenta de que no había pensado en nadie al hacer esto, ¿cómo se sentirían después?. Me arrepentí, pero ya era tarde, abrí los ojos y estaba a punto de chocar con el agua, cuando lo hice algo me dio en la pierna y no podía moverla, ahora si que no podía luchar por seguir estando viva. No podía salir a la superficie, el agua estaba demasiado fría y me estaba paralizando y no podía aguantar más, me estaba quedando sin aire. Cerré los ojos, ya no podía hacer nada...
11 de enero de 2011
T E Q U I E R O.
Dos palabras, dos malditas palabras mágicas que una vez que las escuchas te da un vuelco el corazón y a las que a veces no sabes como reaccionar. Un determinante y un verbo que se pueden decir en el momento equivocado o en el mejor momento. Ocho letras que todo el mundo necesita una vez en su vida para sentirse especial. Tres consonantes y cinco vocales en las que detrás de ella viene un beso, un abrazo, una sonrisa tímida o incluso una lágrima.
Yo no sé si llegaré algún día a decirlo...quizás, aún no ha llegado mi momento pero sé que mi vida está junto a ti.
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