18 de enero de 2011

Ida de pinza, un domingo cualquiera.

No podía seguir en esa habitación, llevaba horas intentando memorizar una frase y no era capaz. Cada vez que veía las letras de ese maldito libro de Historia se me revolvía el estómago. Era demasiado y el examen lo tenía dentro de dos días. Miré la hora, eran tan solo las ocho y media. De pronto, me llegó un mensaje al móvil, ese mensaje... que lo cambió todo, cada palabra que leía de él, me hacía sentirme aun peor y ahora si que no podía estudiar... Este día no había sido bueno para mi, les había arruinado el día a mis amigas y estaban enfadas conmigo, había tenido bronca con mi padre, como de costumbre, y ahora él... Cerré el libro de un golpe y me vestí con lo primero que vi en el armario. Salí de mi habitación y vi a mi padre mirando la pantalla del ordenador de la otra habitación, le dije que me iba a ir a dar una vuelta y ni siquiera obtuve una respuesta, ni una mirada, supongo que seguiría enfadado. Me quedé observándole unos segundos, porque tal vez, era la última vez que lo veía. Crucé el pasillo y cuando iba a llegar a la puerta de la entrada, pasó mi hermano con un par de galletas y el perro detrás de él, también me los quedé mirando por lo que mi hermano me soltó un "¿qué miras, imbécil?".  Estaba perdiendo el tiempo, así que salí de allí. Para mi sorpresa, me encontré con mi madre en las escaleras del portal y me preguntó que a dónde iba, le dije que a dar una vuelta. También me la quedé mirando y cuando llegó a la puerta, se giró y me dedicó una sonrisa, seguro que se pensaría que iba a salir con él. Salí del portal y el frío que hacía hizo que me estremeciera, comencé a andar mientras que me ponía el Ipod, no tenía ganas de escuchar ninguna canción movidita, asique puse On my Own de The Used y que se repitiera todo el rato, no sabía porqué pero quería escuchar esa canción. Noté como el aire se entrelazaba por mi pelo y me entró un escalofrío por la nuca que llegó hasta el final de la espalda. No sabía exactamente lo que iba a hacer, solo quería llorar y llorar y estar sola. Caminé aún más deprisa, quería llegar ya a mi destino. Tras quince minutos eternos, escuchando la misma canción, llegué a donde quería, el puente. Me asomé y vi lo tanto que había crecido por las lluvias de estos días atrás. Cogí mi móvil y comencé a escribir un mensaje para él: Quizás cometa la locura más grande que he hecho en mi vida, pero ya lo he elegido. No habrá más problemas, de eso puedes estar seguro. No me olvides, te quiero y siempre te querré. En cuanto se envió comencé a llorar de nuevo. Ya no había vuelta atrás, tenía que hacerlo sí o sí. Me agarré al muro que separaba la acera de lo que es la nada, caerte. Por un momento, pensé que alguien me iría a salvar, pero no fue así... me quedé un rato pensando en lo que iba a hacer, pero quería que fuera rápido porque sonaría mi móvil y no quería ver su respuesta. Asique, me solté... entonces vi como mi vida pasaba por mis ojos en un simple segundo y me di cuenta de que no había pensado en nadie al hacer esto, ¿cómo se sentirían después?. Me arrepentí, pero ya era tarde, abrí los ojos y estaba a punto de chocar con el agua, cuando lo hice algo me dio en la pierna y no podía moverla, ahora si que no podía luchar por seguir estando viva. No podía salir a la superficie, el agua estaba demasiado fría y me estaba paralizando y no podía aguantar más, me estaba quedando sin aire. Cerré los ojos, ya no podía hacer nada...

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